Las técnicas de combate o artes marciales se remontan en China y Japón a tiempos precristianos. A medio camino, entre la leyenda y la historia se cree que fue Body Dharma quien sentó las bases del kung Fu en China a comienzos del siglo VI. Este monje viajó extendiendo el budismo hasta llegar al templo de Shaolin. Allí se retiró a meditar durante 9 años, periodo tras el cual adoptó el nombre de Body Dharma, y creó una nueva filosofía conocida como budismo zen. Sus enseñanzas incluían 18 ejercicios para meditar en movimiento y restablecer la salud. Los monjes guerreros de Shaolin se convirtieron en un cuerpo de élite que apoyó a ciertas dinastías, por ello durante el siglo XVIII el emperador Chian Lung, temiendo el potencial de los monjes, envió a sus tropas a arrasar el templo. Solo unos pocos consiguieron escapar, los cinco invencibles, padres de la mayoría de los estilos de Kung Fu. Así mismo se cree que fue una mujer relacionada con Shaolin, la que creó el estilo Wing Chun, de movimientos rápidos y sutiles para compensar la diferencia física con los hombres. Las artes marciales han surgido en numerosos países, principalmente orientales, extendiéndose durante el siglo XX a Occidente, donde se practican como un tipo de deporte más que como una forma de vida. Pese a la repercusión del budismo zen en las artes marciales, otras muchas filosofías han influido en su desarrollo; Sintoísmo, Taoísmo, Confucionismo..., todas ellas tienen en común la percepción de la vida como un flujo en perpetuo cambio, en la que lo importante es el camino, la experiencia más que el fin, en donde el sufrimiento es parte del proceso. La búsqueda de la unidad más allá de los límites de la persona así como de la conciencia y el ser. Un maestro de artes marciales, no lo es solo en técnicas de combate, es aquel que ha logrado gracias al ejercicio, la respiración y la meditación conocer y controlar su cuerpo y su mente, liberándose de su esclavitud. Su fuerza radica en un estado relajado de alerta permanente así como de la comprensión de sus instintos y emociones. En este punto es básico la superación del miedo, la ira y el odio. Un maestro de artes marciales debe estar por encima de la violencia y del miedo irracional. De este modo, el paso siguiente a la obtención de una pericia en las técnicas de defensa y ataque, es, transcenderlas y olvidarlas, para él, más allá; a la no lucha y a la iluminación.
martes, 26 de agosto de 2008
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