La gente tiende a enamorarse de alguien que tiene alrededor, próxima; nos enamoramos de personas que resultan misteriosas, que no se conocen bien. Tres de cada cuatro personas que se suicidan cuando una relación se acaba son hombres. Los hombres son tan apasionados como las mujeres y, en efecto, se enamoran más deprisa. Cada vez que producimos un pensamiento, o tenemos una motivación, o experimentamos una emoción, siempre es química. El impulso sexual es diferente del amor romántico y es diferente del afecto. El impulso sexual evolucionó para que saliéramos a buscar a nuestras parejas. El amor romántico es el impulso verdadero, porque emana del cerebro primitivo y es más fuerte que el impulso sexual. Cuando estamos locamente enamorados, queremos irnos a la cama con nuestra pareja, pero lo que realmente queremos es que nos llame por teléfono, que nos invite a cenar, y se crea una unión emocional. De hecho, una de las características principales del amor romántico es el deseo de contacto sexual...y de exclusividad sexual. El amor romántico es muy peligroso. Lleva consigo una gran felicidad y una gran tristeza. El amor y el odio son muy parecidos. La indiferencia es su contrario. Y hacemos las dos cosas: amamos a la persona y la odiamos al mismo tiempo. Y aquello por lo que suspiramos es la indiferencia. De hecho, el amor y el odio tienen mucho en común. Cuando odiamos, concentramos nuestra atención tanto como amamos. Cuando amamos o cuando odiamos, nos obsesiona pensar en ello. Tenemos una gran cantidad de energía, nos cuesta comer y nos cuesta dormir. El amor y el odio tienen mucho en común.
martes, 26 de agosto de 2008
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